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Exclamó una lagrima,
una gota de arena
surcó la pradera de su tez.
Cayó al mar enfurecido,
hundiéndose hacia lo oscuro,
deshaciéndose en el camino,
sintió como se diluían
toneladas de penas.
Flotando ascendió,
hacia lagos de aguas cristalinas,
amaneció en medio de la tormenta,
con su rugido intacto
vibrando en la garganta.
Y remontó el vuelo,
Plumas fuego en su pecho,
perlas de fe tras sus ojos.
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