Y escupir la sangre
hasta que ya no quede nada
hasta que todas las mentiras
queden desnudas e hirientes.
Y ahogarme en odio
y dejar que me reviente las venas
y que mi corazón solo lata
lleno de negro veneno
Como el final de un libro
que aunque escribas a medias
siempre termina de la peor manera
y nada puedes hacer por evitarlo.
Porque tras tanto tiempo,
tras tantas sonrisas, lagrimas,
abrazos, besos y puñaladas
tras cruzar el desierto,
no queda ni un puto espejismo
que permita continuar el ensueño.
Nada.
Nada queda.
Nada fue ni será.
Y cada beso y caricia
fue un paso en falso
un error demasiado caro
una mentira demasiado afilada.
Nada.
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