miércoles, abril 29, 2009

La muerte


Cuando la vio cruzar la calle, Luis supo que iba a morir. Pero en vez de salir corriendo, en vez de gritar y aullar auxilio, se quedó allí parado tratando de adivinar las facciones bajo la capucha.

Como si tratara de aferrarse a la estúpida esperanza de que no fuera realmente ella, como si la certeza de su muerte pudiera ser un mero momento de escalofrío, una extraña sensación de desasosiego a esas horas de la noche.

Ella simplemente cruzo la calle, bajo la tenue luz de las farolas oxidadas, ajena a las conversaciones de los estudiantes tras las clases, ajena a la pareja de la esquina que se abrazaba, ajena a las libretas de apuntes, a las sonrisas y a las miradas. Enfundada en su capucha cruzo aquel mundo irrelevante como un espectro, como una bala silenciosa disparada contra su frente desde muy lejos.

El seguía quieto cuando llegó a la acera, y tan solo cuando estaba a pocos pasos acertó a reaccionar, retrocediendo torpemente sin dejar de mirarla, saboreando el terror de lo inevitable.

Paso a su lado y, en un movimiento felino y rápido como el relámpago clavo un insante el frió brillo metálico de su mirada en él. Como un acto casual, indiferente. Como un cartel de neón que gritaba "No me importas en absoluto ".

Y Luis murió aquella noche.

jueves, abril 16, 2009

Me cago en la biologia




Grandisima canción sobre mi querida carrera XD

miércoles, abril 15, 2009

Lluvia


El cielo se había empeñado aquel día en derrumbarse, gris como la ceniza, tedioso como las horas sin dormir acumuladas al despertar. Una gota, y otra, y otra mas, golpeaban debilmente mi cabeza, mis ojos cansados, mis labios nostálgicos.


Era el mismo camino de siempre. Tras el trabajo y la hora de conexión al mundo irreal, había salido a la calle sucia y húmeda, como tantas otras veces. Yo me escudaba tras mi muro de notas musicales y apuraba el paso, ansioso por alcanzar de una vez la seca seguridad del autobús.


Era la misma sensación de siempre. Una oleada de olores surgía de la galería comercial que atravesaba el edificio a ras de suelo. Me detuve a mirarlo un instante, mientras una gota, y otra, y otra mas resbalaban por mi frente, por mis ojos de soñador, por mis labios sellados. Era la misma historia de siempre.


Mientras alzaba la cabeza hacia el cielo, sonaba "If god could talk", un sinfonía de acordes melancólicos. Un paso, y otro, y otro mas, mientras la lluvia se escurría por mi cara y yo sonreía, asaltado por el súbito recuerdo de una escena igual a esta, de unas letras tan parecidas, tan efímeras y tan diferentes.


Una gota, y otra, y otra más, acariciaban mi rostro como recuerdos de otro tiempo, mientras la tristeza del pasado y la extraña felicidad presente se mezclaban en acordes melancólicos. Y mirando atrás, echando de menos aquellos momentos de inocencia, comprendí cuanto había cambiado el mundo, mi mundo, desde entonces. Y como a pesar de la distancia (¿cuantos quilómetros? ¿cuántas horas con sus cortejos de minutos y segundos?) un pedazo de ti seguía de alguna manera conmigo, asegurándome que había merecido la pena la travesía por el desierto.