Ese caos de ahí es el corcho de mi habitación. Tiene ya... unos cuantos años y he ido acumulando en el todo tipo de recuerdos y objetos de (dudoso) valor sentimental. Hay unos cuantos dibujos dedicados por mis sobrinos, postales de Berlin, la mayoría de las entradas de conciertos a los que he ido y merezcan ser recordados, cartas encontradas en la calle, alguna que otra chapa, billetes de avíón y de tren importantes, un maravedí de Irmandiños y la cuchará de madera a medio quemar usada en San Pepe para preparar absenta.
También están ahí las pulseras que Ari me regaló hace 6 años, y una breve nota en árabe que dice algo así como "Jano y Mabi", junto con las conchas traídas en sus salidas de buceo. Pero la pieza mas importante, era un papel diminuto.
Estaba clavado en la parte de arriba, a la izquierda, y tan solo contenía una frase: TE AMO.
Así, en mayúsculas pequeñitas.
Formaba parte de un regalo romántico, junto con multitud de otros recortes que decían cosas bonitas también. Pasado el tiempo, en una limpieza, decidí deshacerme de la mayoría de ellos. Pero no se puede tirar un "Te amo" a la basura. O eso pensaba entonces.
Dentro de 26 días hará un año. Un año desde que lo cogí con ojos llorosos y la rabia carcomiéndome por dentro. Y lo partí en mil pedazos, tal y como me habían roto a mí. Porque era otra mentira.
Con los meses, me arrepentí de haberlo hecho. Debería haberlo guardado, pensé. Al fin y al cabo era una memoria importante. Y sin darme cuenta es lo que hice.
Lo guarde dentro, y de esa forma siguió existiendo como un recuerdo de lo que fue y de lo que pudo ser. Y resultó que las cosas que uno guarda en el corazón son bastante mas difíciles de romper en pedazos.
Pero va siendo hora de hacer limpieza de una vez.
Por fuera y por dentro.